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La diferencia principal y más significativa radica en el fotoperiodo. A diferencia de las cepas tradicionales, cuya floración está determinada por la duración del día y de la noche, las variedades automáticas o autoflorecientes no dependen del fotoperiodo para florecer.

Por lo general, estas plantas comienzan a florecer aproximadamente dos o tres semanas después de germinar, independientemente de la duración del día. El período de maduración de los cogollos y el momento de la cosecha están preestablecidos según la variedad y no están influenciados por el fotoperiodo.

Las variedades automáticas más rápidas se cosechan alrededor de 55-60 días después de la germinación, mientras que las más lentas pueden tardar entre 90 y 100 días. Aunque la duración del día y la intensidad lumínica no afectan la velocidad de maduración, sí influyen en el crecimiento y la producción de cogollos.

Cuantas más horas de luz y mayor intensidad lumínica reciban las plantas, mayor será su crecimiento y producción. En exterior, se prefieren los meses con días más largos para plantar variedades automáticas, generalmente entre mayo y agosto. En interior, donde el fotoperiodo es controlado por el cultivador, se suelen utilizar de 20 a 22 horas de luz diaria y de 2 a 4 horas de oscuridad. Aunque técnicamente podrían cultivarse autoflorecientes con un fotoperiodo de luz continua de 24 horas, se considera beneficioso proporcionar un breve período de oscuridad para permitir que las plantas descansen.

En contraste con las plantas no autoflorecientes, que requieren diferentes fotoperiodos en las etapas de crecimiento y floración, las autoflorecientes se cultivan bajo el mismo fotoperiodo desde la germinación hasta la cosecha.

Aparte del fotoperiodo, hay algunas diferencias adicionales en el cultivo de plantas autoflorecientes. En primer lugar, generalmente no se trasplantan para evitar el estrés, ya que el período de desarrollo es corto y el estrés puede reducir la producción. Aunque algunos cultivadores experimentados optan por trasplantarlas, lo hacen con extrema precaución para no perturbar el sistema radicular.

Además, las autoflorecientes no desarrollan raíces excesivamente grandes y no requieren macetas demasiado grandes. En exterior, suelen funcionar bien con macetas de 10-15 litros, mientras que en interior, de 5-10 litros son suficientes.

Los fertilizantes para variedades autoflorecientes deben tener en cuenta que gran parte del crecimiento ocurre simultáneamente con la floración, por lo que el contenido de nitrógeno debe ser alto durante la mayor parte del ciclo.

Reducir el nitrógeno demasiado pronto puede resultar en plantas más pequeñas y una menor producción.

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